La importancia de conservar nuestros paisajes urbanos

La Mesa de Trabajo ” Arbolado Urbano” de la Red Argentina del Paisaje nos invita a reflexionar sobre el manejo responsable del bosque urbano en la ciudades.

Ante las abruptas manifestaciones que presenta el cambio climático, el último temporal que en diciembre 2023, abatió nuestras ciudades, no enfrentó a una realidad: falta de gestión responsable del bosque urbano.

Comprender que somos parte de la Naturaleza y que en la Ciudad nuestros árboles son los representantes más emblemáticos de la misma, quizás nos posicione en un lugar de mayor respeto y menor soberbia en nuestro trato hacia ellos.

Los árboles, tanto los que crecen en áreas rurales como urbanas, son fuertes componentes del paisaje, lo caracterizan, nos hablan de la cultura y de la historia del lugar ya que su cultivo, su manejo y el respeto que inspiran son indicadores de la valoración que les otorgamos.

Los árboles crean paisajes, nos contienen y benefician.

En los últimos años la situación climatológica, con situaciones de sequías extremas y actualmente de lluvias torrenciales, con vientos de más de 80km/hora ha generado nuevos factores de stress sobre los maltratados árboles de las ciudades.

A las impermeabilizaciones del suelo, excesivos levantamientos de copas y altos porcentajes de follaje removido, sumado a cortes de raíces – muchas veces solo por remodelaciones o agregados de senderos y cartelerías – que son innecesarios, se agregan otros tantos ambientales que no son lo ideal para un ser vivo cuya evolución fue en un entorno natural.

Cuando se producen este tipo de eventos climáticos todo aquello que se encuentre en los sectores por donde el viento ingresa y se desplaza puede ser derribado, así como ha acontecido. Esto se agrava al encajonarse el viento entre los edificios de altura, donde aumenta la velocidad.

Obviamente, en situaciones de tormentas normales se verán afectados menor cantidad de elementos, básicamente aquellos más frágiles y en el caso de los árboles, los que se encuentren en estado de desequilibrio por los factores antes mencionados.

El árbol que crece protegido con el bosque, acompañado de sus congéneres, creciendo al compás de todo el sistema tiene la habilidad de resistir mejor los embates climáticos. Al incorporarlos en ambientes artificiales como son las ciudades les quitamos sus herramientas de defensa naturales. Respetar, al menos un espacio digno para que se desarrollen, debería ser prioritario en todo proyecto urbano.

Recordar que el árbol es un ser vivo como nosotros es fundamental, que tiene requerimientos básicos, mucho menores por cierto: espacio, luz, agua, y el gas que nos sobra y afecta, dióxido de carbono. Pero, el mayor problema en las ciudades es el espacio, algo que se disputan servicios, construcciones e instalaciones varias.

Aún en los llamados “espacios verdes”, donde los árboles deberían ser los priorizados, los estructurantes del espacio, los techos y las paredes verdes de los recorridos, se les confina y trata como un mobiliario más y se podan como si fueran árboles viarios de alineación en vereda sin tener en cuenta que la arquitectura de cada especie es la que la caracteriza y permite su mejor comportamiento y equilibrio, y que además, hace al paisaje del sitio.

La función del árbol en los espacios de convivencia no es solo la sombra, el secuestro de carbono, la amortiguación de los ruidos, la adaptación y mitigación al cambio climático al reducir la intensidad de los vientos, como históricamente se plantearon las cortinas forestales para defender campos, construcciones y producciones. Es también, y no menor, su efecto sobre la salud psicológica de quienes recorren un espacio no fragmentado, con movimiento y sonido, con frescura y canto de pájaros, con aromas y con diferentes formas y verdes, color que tranquiliza… En síntesis, transitar por los espacios arbolados debería ser una experiencia relajante de contacto con la naturaleza, y un disfrute del paisaje que a cada quien lo identifica con valores de su entorno, historia e identidad.

Parece ser que frente al tan mencionado “cambio climático”, olvidamos los servicios y ponemos énfasis en los inconvenientes. No se puede evitar que un viento de más de 80 km cause daños severos, pero sí se puede gestionar los árboles para evitar que tormentas menores los afecten e incluso que, sin mediar tormentas, declinen y mueran o quiebren ramas o caigan, por los malos tratos de podas innecesarias.

Insistimos con recordar al árbol como ser vivo, tener en cuenta que un especialista sabe “dosis (cuanto), momento (cuando) y los límites del sistema. No es una tarea sencilla…” (Alex Shigo, 1994). Por esto la gestión de los árboles debe ser realizada por gente capacitada y comprometida con esta especialidad, como lo es la gestión de la salud, ya que es un ser vivo y de salud se trata y considerando que si son seguros y saludables contribuyen a nuestra propia salud física y mental y por supuesto a nuestro paisaje.

Mesa de Trabajo ARBOLADO URBANO – Red Argentina del Paisaje

Coordinadora: Ing. Agr .Ángela Villademoros – Nodo Rosario RAP- Integrante A.N.A – Especialista certificada arboles

Integrantes: Ing. Agr. Ana R. Meehan- Vicepresidente RAP – Miembro de A.N.A. // María Angélica Di Giacomo – Lider BdM // Maestranda Maribel Pérez Molina – Presidente RAP- // Dra. Arq. Ma. Virginia Piñero – Vice presidente RAP Docente UNC

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